Hoy me apetecía compartir contigo qué llevo en mi funda de la guitarra. Porque no... no solo llevo la guitarra. Llevo utensilios imprescindibles, recuerdos y muchas historias. Pero hoy quiero enseñarte concretamente, qué llevo en mi funda y para qué sirve cada cosa, porque hay algunas que me han salvado conciertos.
Lo que siempre llevo en mi funda de la guitarra
Te lo muestro en vídeo.
Esto es lo que llevo en mi funda de la guitarra
Hay una parte de mí que siempre viaja conmigo, guardada entre cierres, cables y recuerdos. No solo son objetos: son pequeñas historias, pedacitos de vida que me acompañan en cada ensayo, viaje o concierto. Hoy quiero compartir qué llevo en mi funda de guitarra, y por qué cada cosa tiene su lugar ahí.
1. Un sobre con una nota
Este sobre me lo dieron en un concierto hace años. Dentro hay una nota que alguien me escribió con cariño, y desde ese día me ha dado suerte. No importa cuántas veces cambie de guitarra o funda, ese sobre siempre va conmigo. Es una especie de talismán silencioso.
2. Una gomita de pelo
Lleva más de diez años ahí. Es de una persona muy especial, y aunque pueda parecer un detalle mínimo, para mí es un símbolo enorme.
3. La esponjita para “mutear” la guitarra
Un invento que me ha salvado en muchos momentos. La uso para silenciar las cuerdas y poder practicar en lugares públicos o donde no se puede hacer ruido. Gracias a esa esponjita, he podido seguir tocando en camerinos o habitaciones de hotel.
4. Mi primera cejilla
Fue un regalo y también mi primera herramienta de exploración musical. Aunque ya tengo otras, esta sigue viajando conmigo. A veces la uso, otras no, pero siempre me conecta con esa sensación de disfrute y curiosidad que tenía cuando empecé.
5. Tapones de oídos
Más de una vez me han salvado. Cuando estás cerca de un altavoz, o en un ensayo con demasiado volumen, los oídos te lo agradecen. Protegerlos es cuidar la música también.
6. Kit de uñas
Mi pequeño taller portátil. Lima, pegamento, papelitos, todo lo necesario para tener las uñas listas para tocar. A veces los conciertos se salvan con una buena lima y un poco de paciencia.
7. Dos juegos de cuerdas
Porque nunca se sabe cuándo una cuerda decide rendirse. Llevo siempre dos juegos de repuesto, por si acaso.
8. Cambiador de cuerdas
Va de la mano con las cuerdas. Pequeño, práctico y esencial. No hay nada peor que necesitarlo y no tenerlo.
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9. Manguito para el brazo
Para los días en los que el brazo avisa o simplemente para cuidarlo un poco. Los años de tocar también enseñan eso: escuchar al cuerpo.
10. Púa, cables y partituras
Lo básico. Las herramientas del día a día. Entre los papeles suelen esconderse ideas, bocetos de canciones, anotaciones que hago rápido antes de que se me escape algo.
Cada uno de estos objetos tiene una historia. Algunos son prácticos, otros emocionales, pero todos me acompañan desde hace años. Cuando abro la funda y los veo, me acuerdo de los caminos recorridos, los conciertos, las personas que dejaron huella.
Mi guitarra no viaja sola: lleva conmigo un pedacito de todo eso.
